El capitulo anterior también fue el que menos me gusto de todos los que he escrito, por eso ahora me esforcé en hacer un buen capitulo, a pesar de que no es muy emocionante es uno de los que más me ha gustado.
Con mis dedos toqué la delicada tela del cortinaje color marrón, la moví un poco para poder ver afuera, ya que hace mucho tiempo no veía nada más que estas 4 paredes y la misma habitación. Miré hacia afuera, la ventana estaba con gotas desde el otro lado y era difícil ver hacía el otro lugar. Las gotitas bajaron con rapidez, pero luego volvían otra vez debido a la fuerte lluvia. Podía escuchar cuando las gotas chocaban con el cristal, un ruido para algunos molesto y para otros uno muy calmado, yo estaba en la segunda categoría, no encontraba algo más relajado que la lluvia, poderla sentir bajo tu cuerpo era una sensación maravillosa.
Noté que las gotas no caían con la misma fuerza y con el mismo intervalo de tiempo, ahora eran más lentas y pequeñas, ya había dejado de llover de seguro, solo era una pequeña llovizna.
Subí mi vista tratando de encontrar algo más que lluvia y vi una pileta a la cual ya se le comenzaba a descascarar la pintura color plata, de seguro por los años, el agua que corría por ella y chocaba con la que aún caía desde el cielo de manera débil, formando pequeñas gotas que sobresalían de el agua de la pileta.
Las calles mojadas eran de piedra y no había nadie, es más, pareciera como si la única especie de “vida” que estuviera de aquí a muchos metros a la redonda éramos nosotros, algo que era imposible ya que el castillo ocupaba toda una manzana y luego venían casas y casas, de colores vivos, donde vivía gente y al ser un lugar turístico de Italia el castillo acostumbraba a tener a mucha gente por sus alrededores.
- Te vas a quedar todo el día mirando por la ventana o me vas a responder – me dijo molesta debido a mi demora.
- Que quieres que te diga – dije aun mirando por la ventana y apoyé mi frente en ella - ¿quieres que me alegre? – Me di vuelta para mirarle a los ojos, ahora no me intimidaba - ¿quieres que te cuente como fueron los meses luego de tu muerte? – Apreté mi mandíbula y mi cara se tenso -, ¿quieres escuchar cuantas lágrimas derrame por una persona que creía muerta y resultaba que siempre estuvo más viva que nosotros? – sonaba tan molesta
… Apartó su mirada y bajo la cabeza.
- ¿Prefieres que estuviera muerta?
Me pilló con la guardia baja, en este momento no me había tomado el tiempo de pensar si acaso la estaba lastimando, de seguro ella no eligió esta vida, no creo que nadie lo haga.
Me sentí culpable y por un segundo me puse en sus zapatos.
- lo siento – puse mi mano en su hombro, ella volvió a mirarme – creo que tenemos mucho de qué hablar Maryi, empezando desde tus inicios como… vampiro.
- Te lo contare todo – hizo una pausa – eres lo más cerca que he tenido de una amiga
Le sonreí.
- Todo comenzó en Grecia, Atenas. Conocí a un chico llamado Adrian. Para esos entonces yo acababa de cumplir los 21 y mi familia era muy aprensiva conmigo, no me dejaban salir con chicos si es que mis padres no lo conocían. En 1920 mi padre consiguió un trabajo como médico.
Conoció a un chico que acompañaba a su hermana pequeña a la consulta de papá, el lo encontraba agradable, tenía metas y por supuesto lo primero que se le cruzó por la mente es como se vería conmigo.
Luego de unos días papá lo invito a cenar a casa. Adrian era muy guapo: tenía unos ojos verdes hermosos, el pelo desordenado, color café y una tez muy clara, incluso me sorprendía lo blanca que era.
Salimos por casi un año y él le pidió mi mano a mi padre, todos estaban muy felices. Hasta que paso de la noche a la mañana, me vino a buscar a casa diciendo que teníamos que salir rápido lo seguí sin pensar que pasaría después.
Sus ojos ya no eran los mismos verdes tan dulces, ahora eran rojos y furiosos. Su piel era más blanca aun y temí por lo que pasaría.
Un segundo después ya estaba chupando mi sangre.
El dolor era inmenso, me dejo tirada en la calle pensando que estaba muerta, pero incluso eso hubiera sido mejor ya que cada parte, cada centímetro de mi cuerpo ardía>>
Me estremecí al recordar el dolor que yo había sentido al transformarme.
- Eso no fue lo peor, cuando me encontraron estaba lo suficientemente débil para luchar por mi vida, me dieron por muerta, ya que no tenía pulso y mi corazón por obvias razones tampoco iba a latir, me llevaron a una especie de “morgue” y me dejaron ahí hasta que mis padres llegaron. Me vieron y quise con todas mis ganas decirles que me encontraba bien pero no podía, mi cuerpo no reaccionaba a mis órdenes.
Me enterraron viva y descubrí mi fuerza al darme cuenta con la facilidad que había roto el ataúd aun con cientos de kilos de tierra encima de mí. Luego vino lo del aire, no lo necesitaba, cosa que me sirvió al momento de tratar de salir.
Cuando llegué a la superficie era de noche, por lo cual me preocupe de dejar todo como se encontraba, no quería levantar sospechas.
No volví a mi casa porque sabía que no lo tomarían bien.
Pero algo era más poderoso, incluso las ganas de ocultarme y pasar desapercibida no le ganaron a la sed. Esa fue la primera vez que maté a un humano, la hermana de mi novio>>
Adiós, cuidense